Que me pienses antes de dormirte, cuando cerrás
los ojos y aflojás el alma, cuando liberás tus puños y relajás tus manos, en
ese instante previo a la inconsciencia.
Y quiero ser parte de tu sueño, ese sueño que
te cosquillea en el cuerpo mientras dormís, pero también de tus sueños de ojos
abiertos.
Yo quiero ser la primera persona en la que
pensás al amanecer de tu día, cuando aún la somnolencia te marea y no sabés si
estás despierto o todavía vagás por paraísos de aturdimiento.
Yo quiero que mi voz sea la melodía que calme
tus enojos y que mi mirada sea el remanso para las tormentas de tu día.
Yo quiero que mis besos sean bálsamo para las
heridas de tu vida, que mis manos sean caricia para tus músculos tensos y que
mi cuerpo sea refugio cuando te sientas atormentado.
Yo quiero serte indispensable como el agua,
fresca, pura, sanadora. Y también quiero ser el volcán que te encienda y te
desordene, y que en ese fuego nos quememos los dos, para luego volver a
armarnos, uno al otro, resurgiendo.
Lo que yo quiero, en definitiva, es que me
quieras.
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