lunes, 30 de agosto de 2010

RASGUEO DE TANGO


El rasgueo de la guitarra me trae otra vez tu rostro… ese rostro imperfecto, cruzado por cicatrices que te dejó esa juventud alocada y sin conciencia.
Imagino tus dedos sobre mi espalda, deslizándose suavemente, llevándome, y vuelvo a oír tu voz ronca diciéndome al oído “sentime”.
Las cuerdas suenan rítmicamente, la voz viene hacia mi y me eriza la piel, el tango triste que habla de lluvia y duendes soñadores me afloja las lágrimas, como siempre que te pienso.
Ya no vendrás, lo presiento, y cómo haré para atraerte es un enigma que me ronda y no me deja dormir.
Tu ausencia me entristece, sin embargo, espero sentir otra vez tu perfume cerca de mi, como hace días, cuando me cerrabas en tus brazos, ajeno a mi ilusión.
Aún tengo tus ojos negros clavados en mí, más no logro descifrar el significado de esa mirada que me siguió durante toda la velada. Cuando uní mis ojos a los tuyos, una sonrisa nos hermanó, y el calor subió desde mi centro, aturdiéndome.
Estabas allí, acechándome con el asedio de tu mirada, sin embargo… te fuiste.
Podría florecer nuevamente para vos, quisiera ser de nuevo capullo, e ir abriendo mis pétalos uno a uno, ofrecerte mi néctar y que te embriagaras de él.

domingo, 8 de agosto de 2010

ANTES TUVE OTRA VIDA



Antes tuve otra vida, y volví a nacer. Antes tuve otro rostro, que se desgarró en los espejos. Antes tuve otros ojos, que creían lo que veían. Mis antiguas manos se llenaron de falsas caricias y mis labios, crédulos, bebieron del desamor.
Con indolencia me desangré en caminos y en esperas, me deshojé como una rosa azotada por el viento y vi caer mis pétalos, ajados, sobre ríos de sangre.
El mar rumoroso de mis venas se aquietó y las luces se alejaron, dejándome en tinieblas. Risas y más risas no pudieron rescatarme. Falaz desvarío y palabras muertas.
Antes tuve otra boca, que acariciaba en besos y frases, antes tuve otra piel, que se estremecía al efímero contacto de esa otra.
No creas hoy en mi sonrisa, velo de mi alma. No creas hoy en mi llanto, mi llanto ya no perdona.
Ocasos de pasión marcando el tiempo, puntos grises al poniente, olas blancas más allá. El paisaje no ha variado, sin embargo, ya no lo siento.