domingo, 24 de abril de 2011

INCIERTOS



Había días que le eran más inciertos que otros, en ésos le daba por llorar, pero las lágrimas no le salían más que disfrazadas de sonrisas, y apretaba los dientes y sangraba por dentro.



Quería dormir, pero la vigilia la mantenía con los ojos abiertos, grandes, ansiosos.



No era sólo por su indiferencia, era algo más que no alcanzaba a descifrar; un escozor en el alma, una carencia en la piel, un sinsabor en la boca, y un adiós anunciándose en sus labios.