En este balance diario del vivir puedo decir que he cumplido casi todos
mis sueños y todos los mandatos de la sociedad. Estudié, me recibí, me casé,
tuve hijos, y me divorcié, como nos pasa a la mayoría alrededor de los 40,
cuando llegamos a la curva, al quiebre de nuestro crecimiento tanto emocional
como físico, cuando por un lado empezamos a elevarnos espiritualmente, pero a
decaer físicamente.
Cultivé amigos y flores, planté hijos y árboles, escribí novelas y
fracasos y creí vivir increíbles historias de amor.
Transité ya más de la mitad de mi vida y el resto del camino voy a
vivirlo feliz. De la mano de mis vínculos, algunos añosos como las raíces
mismas de mi alma, otros jóvenes como la sonrisa inocente de mis hijos,
perseguiré pájaros para que sigan aleteando contra mi corazón y me impulsen a
surgir.
Caí y me vi vencida muchas veces, dejándome engañar por esas cenizas que
creía apagadas en mi fuego, más era sólo una ilusión. Mi fuego sigue intacto,
crece día a día, me enciende la mirada y me calienta el pecho.
Ya no espero ese gran amor que inventaba en mis sueños de juventud, más
sí creo en el amor que viene de la adultez, del compañerismo, no por eso
despojado de pasión.
Estos zapatos ya están gastados de tanto caminar, como los de tango, que
anoche advertí necesitan relevo. Más mis pies todavía tienen ganas de recorrer
el mundo y perseguir quimeras y estrellas, de levantar barriletes con el soplo
de mi voz y de acariciar el mundo con mis ojos de niña asombrada.
Muchas veces los grises amenazan con invadirlo todo, más el naranja de
mi corazón, corazón de amor como han dicho por ahí, puede más que cualquier
tormenta. El temporal pasa, intenta arrasarme, doblarme, más no puede
quebrarme, la savia que me habita corre por mis venas y hace de mí un espíritu fuerte,
más no rígido.
Dios fue generoso conmigo, no puedo defraudarlo.
Maravilloso Gaby.....me siento muy identificada con tus palabras, ya que estoy transitando los cuarenta. Siento esta transformación en mi, este metabolismo que se produjo en mi. Yo particularmente, tengo a mi gordo que me acompaña y me entiende....Creo que se me hace mas fácil transitarlo...Gracias!!!!!
ResponderEliminarAsí es Mónica, acompañada todo es más fácil. Dichosa de vos!!! Beso grande y gracias por tus palabras!!!
ResponderEliminarHola Gabriela, me senti tan identificada con tu relato. A veces, nos es dificil encontrar en la lectura un reflejo de uno mismo o algo que se le acerque. En los últimos tiempos no he leído más que maravillosas historias de nujeres pefectas, de belleza extraordinarias que sólo sortean algún que otro trastorno emocianal. Pero tus palabras calaron ondo, reflejan el alma, las necesidades ylas pasiones y eso me llenó. besos
ResponderEliminarGracias Doriana pro tus hermosas palabras. Somos muchas las mujeres de carne y hueso que necesitamos vernos reflejadas en las historias que leemos...
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