Soy mujer… no sólo el 8 de marzo sino todos los días. Cuando reniego de
mis obligaciones, y sin embargo las cumplo como mejor puedo.
Soy mujer cuando me detengo a mirar una vidriera, aunque no
necesite lo que estoy viendo ni tenga el
dinero para comprarlo.
Soy mujer cuando critico a otra mujer, ya sea por su ropa, por su
aspecto o por su palabra.
Soy mujer también, cuando me emociono por una propaganda donde un niño
abraza a su hermano o besa a un anciano.
Soy mujer cuando defiendo como leona a mis hijos, aún cuando tengo que
pelearme con directivos de colegio o llorar frente a inspectores del consejo
escolar.
Soy mujer también cuando alimento sueños, curo heridas con besos y digo
mentiras piadosas, para no desilusionar a un niño… ya tendrá tiempo para eso.
Soy mujer cuando organizo un cumpleaños para cuarenta en dos días, y no
me falta nada. Y también cuando quedo desvastada el día después.
Soy mujer cuando puedo hacer varias cosas a la vez, como hablar por
teléfono, limpiar la cola a un niño y dar órdenes a otro.
Soy mujer al momento de poner las cartas sobre la mesa, patear el
tablero si hace falta y empezar de cero.
Soy mujer cuando me emociono ante una poesía, o una flor, o una barata
película romántica.
Y soy mujer también cuando me enojo por cualquier cosa, y ando alterada,
porque estoy en “esos días”. O cuando “esos días” vienen de llanto y lágrima
fácil al borde de las pestañas.
Soy mujer cuando espero esa llamada, cuando aguardo ese mensaje, cuando
quiero y no puedo.
Soy mujer cuando me entrego sin reservas, porque creo que es él, aunque
luego descubra que era sólo un espejismo.
Soy mujer cuando lloro por ese amor desencontrado, siempre a destiempo,
cuando vibro y espero como una adolescente a pesar de ser adulta.
Soy mujer ilusionada, romántica, idealista, crédula, por tanto, frágil,
vulnerable, impredecible.
Soy mujer cuando dudo y me equivoco, y soporto las críticas y los baldes
de agua helada, o las bombas que minan por unos días mi voluntad.
Soy mujer cuando perdono a aquellos que me juzgan y no me entienden pero
que sé que me aman, que son mi familia, y por los cuales sacaría uñas y
dientes.
Soy mujer cuando necesito de ese abrazo, de ese hombro para llorar, o de
esa boca para besar. Y también lo soy cuando recibo a mi hombre, lo amo y lo
atiendo, como buena compañera y ama de casa.
Soy mujer cuando llevo en mis entrañas a los hijos de la vida, cuando
los alimento a diario con mi sangre y mi palabra, cuando los siento moverse y
vibrar dentro de mi. Soy mujer cuando me abro en dos, en tres o en cuatro, para
traerlos al mundo, desgarrándome para que ellos vivan.
Soy mujer cuando mis pechos llenos colman sus gargantas y los inundan de
vida, aún a costa de mi propio dolor, de mi propia sangre.
Soy mujer cuando los dejo el primer día en la puerta del jardín,
llorosos y con miedo, y doy vuelta la esquina, escondiendo mis lágrimas, porque
tengo tanto o más miedo que ellos. Soy mujer cuando los dejo partir, en busca
de sus sueños, desplegando sus alas, alas fortalecidas gracias a mi empeño.
Soy mujer también, cuando los reto, con o sin motivo, porque estoy
desbordada y cansada. Y soy mujer también cuando les pido perdón si me equivoco
y les doy el ejemplo de la humildad.
No soy la princesa de los cuentos, sino una mujer real, humana, con mis
miserias y mis grandezas, llena de defectos más que de virtudes.
Soy una mujer que duda, que se enfrenta día a día a la desaprobación de
los demás, porque es difícil estar en los zapatos de una. Y es difícil también
responder a las expectativas de los otros.
Las mujeres estamos llenas de contradicciones, de defectos, de
debilidades, de dudas y temores…. Pero TODAS sabemos que podemos.
Hola Gabriela, leí tu entrada en el Club de Lectura Leer es una pasión (de Facebook). Soy la administradora de dicho Club. Primero quiero desearte un Feliz día de la mujer, segundo que me gustaron muchísimos tus palabras porque hay verdad en ellas. Gracias por compartir tu talento.
ResponderEliminarBesos :D
Gracias Isabella Mars!!! Beso grande para vos! Seguimos en contacto.
ResponderEliminar